BIOLOGÍA: 3-MISTERIOS-3

BIOLOGÍA: 3-MISTERIOS-3

El más obvio “misterio” de Biología es, sin duda, saber el origen de la vida. De tan, pero de tan, tan, obvio, es que, en general, los biólogos lo ignoran. Hacen como que “no me importa”.

          Quizás,  sea un condimento de resignación al ver y saber de tantos experimentos, acumulación de datos, horas de trabajo, sin lograr una teoría que explique satisfactoriamente el origen de la vida.

Pero hay otros misterios como “la paradoja del plancton”, “la rápida evolución de las angiospermas (plantas) y   ¿Dónde se esconden los facetotectos?. Leamos tranquilamente…

 

La paradoja del plancton

El enigma de ese habitante marino es que contradice una de las leyes básicas de la biología, aquella llamada exclusión competitiva o ley de Gause cuyo enunciado dice que diferentes especies compiten por los mismos recursos y que entonces una conduce a las otras a la extinción y dada la diversidad del fitoplancton a pesar de los limitados recursos (luz, nitratos, fosfatos, hierro...) por los que compiten, dicha ley no se cumple.

Una respuesta explicativa de esto es que “el ambiente donde vive el plancton cambia con frecuencia, lo que complica sobremanera a las especies adaptarse y superar a las demás: un mes determinada especie podría resultar favorecida, pero si al mes siguiente cambian las condiciones, será otra la que tendrá más probabilidades de ganar. ¿El resultado? las poblaciones de las distintas especies se igualan.”

 

El misterio abominable: las angiospermas.

Botánicamente con las planas con flores. Lo llamativo en este caso es que la cantidad de vegetales de este tipo, apareció muy pronto, hace unos 180 millones de años, y en un tiempo evolutivo muy corto. ¿De dónde vinieron y cómo es que han llegado a dominar el planeta?

Una explicación afirma que estas plantas redujeron el tamaño de sus células, lo que permitió los cambios en tan poco tiempo. ¿Será?

 

¿Dónde se esconden los facetotectos?

El ser humano descubrió estos diminutos crustáceos en 1887. Podemos encontrarlos en estado larval (que no supera el medio milímetro) en el Atlántico Norte, cerca de la costa japonesa o en el Mediterráneo. Pero por mucho que nos empeñemos no vamos a ser capaces de encontrar ni un solo ejemplar en su fase adulta: cómo son y dónde se encuentran es un verdadero misterio.

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